Río Branco, la capital del estado de Acre en Brasil, tiene una historia marcada por el auge del caucho a fines del siglo XIX y principios del XX. La región, inicialmente habitada por comunidades indígenas, comenzó a atraer colonos y exploradores en busca de recursos naturales.
Durante este periodo, el área era parte de una disputa territorial entre Brasil y Bolivia. La "Revolución Acreana" (1899-1903), un conflicto armado liderado por seringueiros (extractores de caucho) brasileños, resultó en la anexión del territorio a Brasil tras el Tratado de Petrópolis en 1903.
En 1912, se fundó oficialmente la ciudad de Río Branco, cuyo nombre honra al Barón de Río Branco, diplomático clave en la resolución pacífica del conflicto con Bolivia.
Durante décadas, Río Branco se desarrolló como un centro de comercio de caucho, una industria que impulsó la economía de la región y atrajo migrantes de diversas partes de Brasil.
Con el declive del caucho en la segunda mitad del siglo XX, Río Branco diversificó su economía y se enfocó en el desarrollo agrícola y ganadero. La construcción de la carretera BR-364 y la interconexión con otras ciudades ayudaron a integrarla al resto del país, facilitando el acceso y el comercio.
Hoy en día, Río Branco es un importante centro cultural y político en la Amazonía, con una rica herencia indígena y mestiza, y se ha convertido en una puerta de entrada para quienes desean explorar la biodiversidad única de Acre y la Amazonía occidental.
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