Praia do Rosa se encuentra a 80 kms de Florianópolis, en una pequeña bahía que durante años se mantuvo resguardada del turismo y en los últimos años logró crecer con conciencia ecológica.
Durante varios años esta bahia era oculta, con sus olas perfectas para practicar surf y windsurf, con sus morros de vegetación espesa, y las lagunas escondidas.
Aunque no era tan conocida, era muy frecuentada por los surfistas que siempre fueron visita frecuente de Rosa.
Hace un par de décadas, fue cuando comenzó a crecer en población y todos compartían una misma visión: que Praia do Rosa creciera pero sin estridencias, sin contaminar, sin perder su esencia de pueblo sencillo y tropical.
Hoy hay más de cien posadas desparramadas en lo alto de un morro, sobre una laguna, y tantos otros lugares, desde las más simples hasta las más sofisticadas. Estas posadas apenas se distinguen entre la arboleda frondosa y no pueden superar los 7 metros de altura.
Hay reglas claras y conciencia medioambiental, como por ejemplo el reciclaje de la basura, y que las construcciones de las posadas no pueden ocupar más del 20% de un terreno, de modo de conservar la vegetación autóctona.
Los meses de enero y febrero son los de temporada alta, donde se pueden ver muchos argentinos, uruguayos y por supuesto brasileños.
Avistaje de la ballena franca
El avistaje de ballenas es un atractivo entre los meses de junio y noviembre, cuando llegan estos gigantes marinos a esta bahía para aparearse, reproducirse y amamantar a sus crías.
Los pescadores cuentan que hace muchos años en Praia do Rosa no se podía dormir de noche por el ruido que hacían las ballenas. Pero desde la década del 70 se vivió en silencio ya que se cazó el último ejemplar en las costas.
Fue una depredación brutal, se cazaban las ballenas con arpones desde canoas a remo. No era difícil cazar la ballena franca, ya que son amigables y lentas. Los cuerpos flotaban a la costa y de un solo ejemplar se extraían cerca de 7000 litros de aceite, que se utilizaban para iluminar o la construcción.
Recien en la década del 90, estos nobles mamíferos empezaron a volver lentamente.
En la actualidad, se calcula que llegan entre unos 200 y 300 ejemplares por año a estas costas.
Hay siempre biólogos en los paseos que explican la importancia de la preservación de la ballena Franca la especie y contar curiosidades de la espcie.
Las callosidades de la cabeza son en realidad montones de crustáceos cuya forma varía en cada ballena, algo así como una huella digital. Que la ballena franca tiene una cría cada tres años y sólo come krill, alimento que se encuentra únicamente en las gélidas aguas de la Antártida. Por eso, durante su larga estada en Brasil no come nada, a pesar de la intensa actividad.
El nombre Praia do Rosa
Esta bahía de 3 kilómetros debe su nombre a un pescador local, Dorvino Manoel da Rosa, que solía hospedar a los primeros surfistas que llegaron al lugar.
Aunque no se sabe a ciencia cierta qué fue de la vida de don Dorvino.
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